La série Responsabilité & Environnement publie trimestriellement des dossiers thématiques sur des sujets concernant les risques, le développement durable ainsi que l’énergie et les matières premières. Piloté par un spécialiste du secteur sous l’égide du Comité de rédaction de la série, chaque dossier présente une large gamme de points de vue complémentaires, en faisant appel à des auteurs issus à la fois de l’enseignement et de la recherche, de l’entreprise, de l’administration ainsi que du monde politique et associatif.
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N° 65 - enero 2012 - Actualidad del pensamiento de Yves MARTIN

El dossier fue coordinado por Pierre BOISSON,

Ingénieur général des Mines honoraire


Prefacio: Pierre BOISSON,

Ingénieur général des Mines honoraire

y

Pierre COUVEINHES,

Rédacteur en chef des Annales des Mines

Yves Martin, quien murió en 2010, pasó toda su carrera en la admi nistración francesa. Durante muchos años tuvo una influencia deci siva en las políticas públicas en áreas relacionadas con el medio ambiente, los riesgos y la energía. Las cuestiones que planteaba siguen siendo válidas, y varios de los instrumentos de acción que propuso aparecen más que nunca como respuestas adecuadas a las preguntas sobre el futuro de Francia o incluso del mundo.

 

La primera parte de este número incluye los testimonios de diversas personalidades que conocieron a Yves Martin durante su trabajo, que fueron presentados durante el simposio celebrado el 19 de mayo de 2011 en Mines ParisTech.

 

La segunda parte está dedicada a una selección de textos de Yves Martin, agrupados en cinco temas, cada uno de ellos presentado por un experto del sector.

 

El agua y el medio ambiente

 

Yves Martin consideraba que las herramientas de incentivo econó mico eran más eficaces que las normas en la gestión de un recurso natural como el agua, y en la creación de comportamientos indivi duales que correspondan al interés público.

 

Su visión de una gestión adecuada de los recursos hídricos se puede resumir así: «que los ríos y las aguas subterráneas estén lo suficien temente alimentadas, que el agua sea de calidad y satisfaga las necesidades de los usuarios, a un coste mínimo para la comunidad, al mismo tiempo que se conserven los medios acuáticos. »

 

Estos son los principios que defendió en sus críticas de la Ley de Aguas vigente. Para él, no era conveniente establecer una doctrina maltusiana (cualquier captación necesita una autorización previa) que limite el acceso a las aguas subterráneas. En su lugar, abogó por que las acciones públicas se basaran en un incentivo para hacer mayor uso de este recurso (al menos para la mayoría de los acuífe ros) en vez del agua superficial.

 

Con este fin, proponía combinar un incentivo financiero (geográfica mente modulado de manera considerable dependiendo de la situa ción del acuífero) con normas sobre las condiciones técnicas de la extracción (conteo obligatorio de las extracciones realizadas) y sobre la protección del recurso.

 

Para él, la acción de estímulo económico debía dedicarse a las agen cias del agua a través de sus cargas, mientras que la acción regula dora y preventiva era responsabilidad de las agencias de “policía del agua”. Su deseo era que el gobierno utilizara las herramientas más eficaces, y supiera combinarlas (regulación a través de cargas, incen tivos a través de ayudas financieras y, si fuese necesario, sanciones penales).

 

Luchó por una modulación de las tarifas con el fin de lanzar una señal económica a los usuarios: para que tuviesen un efecto incita tivo o disuasivo, el nivel de las cargas debe ser suficientemente alto o bajo para influir en los actores, este nivel no debe ser uniforme, sino que debe tener en cuenta los costes de las medidas que los usuarios deben tomar en aras del interés colectivo. Esto suponía el cuestionamiento de una tradición fiscal francesa que promueve las tasas de impuestos bajas y niveles de imposición amplios.

 

El efecto invernadero, el clima y el bosque

 

Desde 2002, Yves Martin era bastante pesimista sobre la realización en 2012 de los objetivos del Protocolo de Kyoto, teniendo en cuenta los países no signatarios cuyas emisiones sólo podían aumentar con siderablemente.

 

A partir de 2007, se mostró escéptico sobre la posibilidad de definir a priori una repartición equitativa de los compromisos de cada país sobre su nivel de emisiones en un período determinado. La confe rencia de Copenhague en 2009 confirmó su escepticismo.

 

Yves Martin puso también en duda el valor de un sistema de permi sos de emisión negociables, un sistema difícil de controlar y objeto de gran especulación. Sin embargo, luchó incansablemente a favor de un impuesto mundial al carbono, cuya eficacia está determinada principalmente por su progresividad y la previsibilidad de altos nive les a largo plazo. Dicho impuesto debe ser una señal/precio para los usuarios para incitarles a cambiar su comportamiento, tanto en tér minos de consumo como de producción.

 

Consideraba que un impuesto al carbono podría responder a los desafíos del desarrollo económico, ya que permitiría:

 

  • aportar una respuesta a las preocupaciones sociales. Abogó por la compensación del aumento del coste de los combustibles fósiles con una reducción del IVA y la reducción de las cargas tributarias sobre los salarios. En un artículo que escribió junto con Michel Rocard, señaló que las cargas tributarias representan un 38% de los sueldos, mientras que los combustibles fósiles representan sólo el 3,5%;
  • promover la competitividad (siempre y cuando la OMC aprobara medidas compensatorias para las empresas en los países compro metidos con la reducción de sus emisiones);
  • fomentar el desarrollo de materiales o procesos que emitan menos gases de efecto invernadero (como el desarrollo del sector de la madera).

 

En cuanto a los bosques franceses, Yves Martin hizo dos observacio nes: el estancamiento casi total de la explotación de la madera desde hace algunas décadas, y la reducción, en treinta años, a un tercio (o un cuarto) del precio medio de la madera recolectada.

 

Para él, la adopción de un impuesto al carbono sobre los combusti bles fósiles restablecería el equilibrio en favor de la madera, dando como resultado un mayor consumo de este material (y simultánea mente una revalorización de su precio), con un efecto positivo para el medio ambiente (la madera permite almacenar el carbono de forma permanente de la misma manera que un bosque bien gestio nado).

 

La introducción de un impuesto al carbono sería benéfica para los bosques franceses, pero también ayudaría a reducir el déficit presu puestario mediante la disminución de otros gastos destinados a reducir las emisiones de CO2 y el desempleo gracias a la baja de las cargas sobre los salarios.

 

La política energética y el control de la demande

 

Yves Martin defendió constantemente la idea que una política ener gética no podía reducirse a una reflexión sobre la oferta, sino que necesariamente debería incluir una reflexión sobre la demanda de energía y los modos de consumo.

 

Desde 1974, argumentó que, teniendo en cuenta el carácter necesa riamente vago y complejo de las acciones de ahorro de energía y fren te a la potencia comercial de los productores y vendedores de energía, más propensos a aumentar el consumo que a reducirlo, se debía crear una estructura pública encargada de «vender» el ahorro de energía. De esta forma se creó la Agencia para el Ahorro de Energía (AEE por sus siglas en francés), que se convirtió en 1982 en la Agencia Francesa para la Gestión de la Energía (AFME), y luego, en 1991, la Agencia para el Medio Ambiente y la Gestión de la Energía (ADEME).

 

En cuanto a la gestión de la energía, Yves Martin siempre luchó por un uso preferente de instrumentos económicos. Para él, la señal/pre cio era la forma más eficaz de incentivar a los usuarios a reducir su consumo.

 

En aras de la equidad y la aceptación social, promovió la idea de que el aumento de los impuestos sobre la energía que él defendía podría compensarse con la reducción de otros impuestos, en particular los impuestos sobre el trabajo, con efectos benéficos sobre el desem pleo. Se trata del mismo mecanismo que retomó cuando propuso el establecimiento de un impuesto al carbono para hacer frente a las emisiones de gases de efecto invernadero, bajo el sistema conocido como de «doble dividendo».

 

Yves Martin estuvo siempre comprometido con la promoción de medidas a largo plazo, con alta visibilidad, que permitiesen a los actores ajustar sus comportamientos. Demostró el interés de políti cas estructurales no solamente coyunturales (en particular el nivel de los precios del petróleo). Entre las acciones a largo plazo, hizo hincapié en la necesidad de actuar sobre el comportamiento y la reducción de la necesidad, sin depender exclusivamente de los avan ces tecnológicos y la reducción del consumo individual.

 

En materias de gestión de energía, las ideas de Yves Martin estaban impregnadas de un rigor extremo, una notable capacidad de antici pación y una gran constancia.

 

Los instrumentos económicos

 

A Yves Martin le gustaba recordar que dos profesores de la Escuela de Minas, Maurice Allais y Marcel Boiteux, habían despertado en él un interés por la economía tan fuerte como el que ya tenía por la técnica. Le habían hecho descubrir la fuerza de los instrumentos económicos como medio de gestión de los recursos escasos y de protección del medio ambiente.

 

De hecho, fue un partidario de la creación de un impuesto ambien tal a través de «altos impuestos, que no estén específicamente des tinados a la protección del medio ambiente, sino que participen tam bién en la cobertura global de los gastos públicos».

 

Estos impuestos ecológicos deberían «tener un nivel cuyo crecimien to progresivo debe programarse durante muchos años para permitir los avances tecnológicos y la optimización de las opciones de inver sión.» Por su nivel elevado, podrían desempeñar un papel importan te en el control de conductas perjudiciales para el medio ambiente.

 

Yves Martin distinguía esta «verdadera» fiscalidad ecológica de otros impuestos obligatorios, llamados ecológicos porque su recaudación se asignaba a los fondos de intervención para la protección del medio ambiente.

 

Como uno de los primeros promotores de las agencias del agua, con sideraba que lo importante no eran las subvenciones que podían atribuir, sino los impuestos que podían recaudar. Estos impuestos constituían una señal/precio que permitía que todos los usuarios percibiesen el valor del recurso que extraían y el coste de la conta minación que provocaban.

 

El enfoque de la fiscalidad ambiental de Yves Martin fue original en más de un sentido:

  • por la identificación precisa de los problemas estructurales para los que podía desempeñar un papel útil, como la reorientación del uso del automóvil y el transporte por carretera, o la valorización de los bosques;
  • por su inclusión en un dispositivo global, con agencias organiza das para gestionarla (las agencias del agua, ADEME, la misión Interministerial del efecto invernadero);
  • por la consideración de su dimensión macroeconómica, como parte de una reforma fiscal que sirva más eficazmente a la com petitividad de nuestra economía y la justicia social, con la conse cuente disminución de impuestos sobre los salarios;
  • por el análisis de sus efectos adversos potenciales, que pueden conducir a decisiones inadecuadas o al despilfarro de fondos públicos.

La reflexión de Yves Martin sobre la fiscalidad ecológica parece par ticularmente valiosa en el contexto actual, en el que hay problemas críticos, tanto en lo referente a la gestión de recursos naturales, como a la lucha contra el efecto invernadero, la competitividad de nuestra economía y el financiamiento del gasto público.

 

La seguridad nuclear

 

En materias nucleares, Yves Martin también mostró su capacidad visionaria y pragmática, como lo prueba su nota del 18 de febrero de 1975 dirigida a François Mitterrand en una época en la que el Partido Socialista, entonces en la oposición, se cuestionaba sobre sus políticas energéticas.

 

En esta nota Yves Martin señala que el riesgo de un accidente, inclu so si se puede reducir considerablemente, no puede eliminarse por completo. También hace un llamado por la transparencia, para evitar la creación de preocupaciones injustificadas en la opinión pública, y por un diálogo a nivel internacional para armonizar las normas de diseño, construcción y supervisión de las centrales nucleares.

 

Por último, aboga por la reunión de todas las agencias responsables de la seguridad nuclear en un organismo independiente, bajo el mando del Primer Ministro. Esta es una notable anticipación de la Agencia de Seguridad Nuclear (ASN), creada por la Ley N º 2006686 del 13 de junio de 2006 sobre la transparencia y la seguridad en el campo nuclear (llamada «Ley de TSN»).

 

 

 

 

 

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